sábado, 24 de mayo de 2014

Slow



En el libro “Elogio de la lentitud” de Carl Honoré, se reflexiona acerca de la velocidad en que está el mundo actual. Nos llama a estar más calmados y consientes en todas nuestras actividades diarias, ya sea en la comida, en el ejercicio, en la lectura, en la música, etc. En especial en el “Capítulo 9 · El ocio: la importancia de descansar”, nos habla de la jardinería como una forma de calmarse e ir más lento por la vida:

“Lo mismo puede decirse de la jardinería. En casi todas las culturas, el jardín es un santuario, un lugar donde descansar y meditar. Los japoneses llaman al jardín niwa, término que significa “un recinto purificado para el culto de los dioses”. La actividad jardinera (plantar, podar, escardar, regar y esperar a que las plantas crezcan) puede ayudarnos a ir más lentos. Como sucede con las labores de punto, la jardinería no se presta para la aceleración. Ni siquiera en un invernadero es posible hacer que las plantas florezcan a voluntad o soslayen las estaciones para plegarse a los deseos del cultivador. La naturaleza tiene su propio horario. En un mundo apresurado, donde todo está programado para obtener la máxima eficiencia, rendirse a los ritmos de la naturaleza puede ser terapéutico.
La jardinería se popularizó como actividad de ocio durante la revolución industrial. Facilitaba a los habitantes de las ciudades  un atisbo de idilio rural, proporcionándoles un amortiguador contra el ritmo frenético de la vida en las nuevas ciudades. En el siglo XX, la contaminación atmosférica dificultaba en gran manera que los cultivos en el centro de Londres y otras ciudades, pero las clases medias, que vivían en las afueras, empezaron a construir jardines ornamentales con parterres, arbustos, fuentes y estanques.
Saltemos al siglo XXI: la jardinería vuelve a estar en ascenso. En un mundo en que tantos empleos giran en torno a los datos que aparecen en la pantalla del ordenador, la gente se decanta cada vez más por las cosas sencillas, el lento placer de hundir las manos en la tierra. Lo mismo que la labor de punto, la jardinería ha perdido su imagen de mero pasatiempo para pensionista y se ha convertido en una afición de moda para que personas de todas las edades y antecedentes se relajen. Recientemente la revista Time  elogió el auge que está teniendo “la horticultura elegante”. En todo el mundo industrializado, los centros de jardinería y los viveros reciben la visita de numerosos jóvenes que buscan la planta, el arbusto o el tiesto de cerámica perfecto. Un estudio realizado en 2002 por el centro National Family Opinion descubrió que nada menos que 78,3 estados unidenses, una cifra record, dedican ahora bastante tiempo a la jardinería, la cual figura como la principal actividad de ocio al aire libre. Lo mismo puede decirse de Gran Bretaña, donde los programas de horticultura ocupan horas de máxima audiencia de televisión y hacen que los nombre de presentadores expertos……”

Fuente: “Elogio de la lentitud” de Carl Honoré, editorial del Nuevo Extremo, 2011

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